Nové Hrady – Ciudad sin fronteras

Ya en un contrato de compraventa de 1279 aparece firmado un propietario con el apelativo “de los Castillos”, lo que indica que ya en esa época se planeaba construir un castillo gótico con funciones defensivas en la frontera del reino.

Además del castillo, el palacio, la iglesia, el monasterio, la tumba de los Buquoy, la herrería, la tenería, la Residencia, la farmacia barroca y la puerta de la ciudad, destaca el paisaje natural ondulado que rodea la ciudad, con franjas verdes de tierras buquoyanas que fueron intencionadamente cultivadas y embellecidas por esta familia noble.

Las familias de los Rosenberg y especialmente de los Buquoy están íntimamente ligadas a la historia de la ciudad. Durante las guerras husitas, el castillo fue conquistado e incendiado en 1425. Lo mismo ocurrió en 1467 durante el asedio de Zdeněk de Sternberg. Tras la extinción de los Rosenberg en 1611, sus bienes fueron heredados por los Švamberk.

Durante la revuelta de los Estados, el castillo fue tomado por el general Carlos Buenaventura Buquoy, quien lo recibió, junto con la ciudad, como compensación por sus servicios militares. Entonces comenzaron extensas reformas que transformaron el castillo en su forma actual. Ya no fue utilizado como residencia, sino que sirvió como sede de la administración forestal del condado, vivienda de funcionarios y archivo familiar.

El edificio de la antigua Residencia de los Buquoy forma el lado este de la plaza principal. La condesa María Magdalena Buquoy, nacida di Biglia, ordenó en 1634–1635 su transformación en un palacio urbano al rechazar, en 1626, residir en el castillo, ya considerado anticuado.

La Residencia era un conjunto de edificios de planta irregular alrededor de dos patios interiores, con caballerizas, cobertizos, viviendas para el personal y oficinas para los funcionarios.

La familia Buquoy residió allí hasta principios del siglo XIX, cuando se trasladó al nuevo palacio. En aquella época, la Residencia estaba lujosamente equipada. Tras 1945 fue utilizada por la empresa forestal, pero hoy está completamente restaurada y funciona como hotel wellness y restaurante.

El castillo de vigilancia, situado en un espolón con un foso profundo, está desde el año 2000 bajo la administración del Instituto Nacional del Patrimonio. Su patio interior, conocido por su buena acústica, se utiliza en verano para conciertos y representaciones teatrales al aire libre. En su exposición se encuentra una colección única de vidrio negro – el hialita.

Al otro extremo de la ciudad, hacia la frontera, se encuentra el palacio. Se trata de un edificio de estilo imperio, con tres alas y dos pisos, con extensiones de un piso en los laterales. De 1806 a 1945 sirvió como residencia para la familia Buquoy. Hoy pertenece al Instituto de Microbiología de la Academia de Ciencias de la República Checa.

La ciudad sin fronteras también se refleja en la exposición actual del Museo de Nové Hrady, que incluye un museo al aire libre de la Cortina de Hierro, ubicado justo en la frontera estatal. La exposición está dedicada a la Guardia Fronteriza, la Cortina de Hierro y las historias relacionadas con ella.